Consecuencias de la inseguridad alimentaria para la salud a largo plazo
Por Michael Precker, ÌÇÐÄVlog News
En algunas personas, el tema del hambre evoca imágenes trágicas de personas hambrientas con vientres hinchados, en partes del mundo devastadas y desoladas.
El panorama es diferente en este país. La inseguridad alimentaria afecta a millones de personas en Estados Unidos cuyo sufrimiento podría no aparentar ser tan terrible, pero cuya salud mental y física sigue estando amenazada por el hambre y la mala nutrición.
"El no tener un acceso regular a los alimentos saludables conlleva efectos adversos para la salud", dijo Erica Kenney, profesora adjunta de nutrición para la salud pública de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard en Boston. "Además, muchas personas se ven atrapadas en el consumo de alimentos que presentan más probabilidades de provocar enfermedades crónicas".
La falta de imágenes traumáticas de hambruna y miseria "es lo más engañoso de la pobreza y el hambre en Estados Unidos", afirma Laurell Sims, codirectora ejecutiva de Urban Growers Collective, una organización sin fines de lucro de Chicago que opera ocho granjas urbanas en la ciudad, además de llevar a cabo programas educativos y capacitación vocacional y distribuir alimentos saludables a personas necesitadas.
"No vemos toda la ansiedad y el estrés de las familias que se tambalean al borde del abismo, al tener que elegir entre pagar el alquiler o la factura de la luz o proveer de alimentos a su mesa. Tampoco captamos cómo esto afecta su salud y su supervivencia", dijo.
De acuerdo con el , durante el año, hay ocasiones en que los hogares con inseguridad alimentaria no cuentan con la certeza de tener o poder conseguir suficientes alimentos por falta de dinero u otros recursos. En 2020, 38.3 millones de personas vivían en hogares con inseguridad alimentaria, según las .
La inseguridad alimentaria no es lo mismo que el hambre – la sensación desalentadora y debilitante de un estómago vacío – pero los expertos afirman que ambas cosas suelen relacionarse estrechamente y que las consecuencias pueden ser sigilosas y acumularse con el tiempo.
Todo el mundo sabe cómo se siente pasar hambre en algún periodo corto, dijo Kenney. "Podría darse una hipoglucemia (una bajada de azúcar en la sangre que puede ocasionar fatiga, latidos irregulares del corazón y mareos), o sencillamente no funcionar bien".
La experta en nutrición Colleen Spees comentó que, a la larga, "cuando pasan periodos largos de tiempo en los que no se reciben los nutrientes adecuados para el cerebro, los músculos y los órganos, se comienzan a ver los efectos negativos. Observamos enfermedades crónicas que se relacionan con la nutrición y múltiples (condiciones médicas de otro tipo), porque muy pocas personas tienen únicamente una enfermedad".
Varios estudios respaldan esa información. Un estudio incluyó a más de 27,000 adultos encuestados entre 1999 y 2014. Los investigadores descubrieron más enfermedades cardiovasculares y mayores tasas de mortalidad general entre los que declararon haber tenido inseguridad alimentaria.
Un estudio canadiense presentado en los incluyó a más de 5,800 menores de entre 10 y 15 años. Los que sufrieron por lo menos dos episodios de hambre tenían probabilidades casi cinco veces mayores de tener mala salud, comparados con los niños que nunca pasaron hambre. Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades muestran que los estudiantes de secundaria que pueden desayunar todos los días sacan mejores calificaciones que los que no pueden hacerlo.
La inseguridad alimentaria suele traducirse en una mala nutrición, dijo Sims. "Es no tener acceso a una dieta debidamente balanceada ni a frutas y verduras frescas", añadió. "Afecta profundamente a todos los aspectos de la vida".
Inclusive, aunque pueda parecer contradictorio, Spees señaló que la inseguridad alimentaria y la mala nutrición pueden conducir a la obesidad, un importante factor de riesgo de las enfermedades cardíacas, los ataques cerebrales, la hipertensión, la diabetes y muchos cánceres.
"Es posible tener una deficiencia de algunos nutrientes y aun así tener sobrepeso u obesidad", afirma Spees, profesora asociada de la División de Dietética Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus. Las personas que no tienen acceso a alimentos saludables, o que no pueden costearlos, podrían optar por comidas más baratas, más cómodas y menos nutritivas, como el menú de un dólar de los restaurantes de comida rápida, dijo.
Menos opciones pueden significar un mayor riesgo, comentó Kenney. "Cuando las familias no tienen suficiente dinero, se quedan con las opciones más baratas para mantener la barriga de sus hijos llena. Por desgracia, estas opciones suelen también ser las menos saludables".
El estrés de la inseguridad alimentaria, junto con las dificultades económicas que a menudo la acompañan, son factores de riesgo por sí mismos. En una se afirma que el estrés puede contribuir a comportamientos poco saludables, como el tabaquismo, la alimentación poco sana y la inactividad física, mismos que se relacionan con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Además de todo lo anterior, las barreras económicas para obtener atención médica hacen que muchas personas con inseguridad alimentaria reciban el diagnóstico mucho más tarde, cuando la enfermedad puede haber ya progresado, dijo Spees. Podrían "tener que elegir entre cumplir con el copago del seguro o comprar alimentos para sus hijos esa semana".
El dilema de poder costear una comida sana y tener acceso a una tienda de comestibles que la venda no es un dilema equitativo. Los negros, los hispanos y otras personas de color tienen tasas más altas de inseguridad alimentaria que los blancos, .
La disponibilidad de los alimentos es uno de los numerosos factores sociales que se vinculan estrechamente con la raza y los resultados de salud, según un en el que se afirmó que "el racismo estructural ha sido, y sigue siendo, una causa fundamental de las disparidades de salud persistentes en Estados Unidos". Solucionar problemas como la inseguridad alimentaria requerirá "políticas, programas y asociaciones entre los gobiernos locales, estatales y federales, junto con iniciativas apoyadas por el sector privado", según el informe.
En el laboratorio de Spees, en Ohio, el equipo de investigación ofrece asesoramiento nutricional individualizado además de consejos para un estilo de vida saludable.
"No se trata de dietas, sino de comportamientos para toda la vida", agregó. "La idea es ayudar a la gente a entender por qué la alimentación y los patrones de actividad física son importantes para su salud. Una vez que entienden la conexión, les ayudamos a identificar sus barreras para el éxito y a alcanzar sus objetivos de salud".
En Chicago, Urban Growers Collective recibió una financiación reciente del Bernard J. Tyson Impact Fund de la AHA, el cual invierte en esfuerzos locales para reducir las barreras sociales y económicas a la equidad en materia de salud. El personal trabaja con grupos comunitarios para promover lo que Sims denomina la "soberanía alimentaria", es decir, el acceso a buenos alimentos, así como a la educación para promover familias sanas.
Una de las claves para conseguir estos objetivos, según Sims, es asegurarse de que la gente utilice los recursos disponibles, desde los bancos de alimentos hasta los servicios sociales y los programas gubernamentales como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), antes conocido como estampillas de alimentos.
"Existen muchas prestaciones que la gente desconoce pero que podrían obtener si cumplen con los requisitos", agregó. "Necesitamos ayudarlos a tener acceso a ellas. Cuanto más podamos crear esa soberanía alimentaria, más podremos cambiar realmente las dinámicas en los vecindarios".
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