Nueva investigación brinda una nueva perspectiva a gran escala de quién carece de sueño
Por Michael Merschel, ÌÇÐÄVlog News
La mayoría de los adultos en Estados Unidos generalmente duerme menos que la cantidad recomendada, y la situación de algunos grupos raciales y étnicos es incluso peor, según un nuevo estudio que utilizó lecturas de miles de personas que usaron dispositivos portátiles de actividad física disponibles comercialmente para monitorear el sueño.
Esto es preocupante porque la investigación demuestra cada vez más que el sueño inadecuado o deficiente hace más que tan solo agotamiento al siguiente día. Es decir, puede elevar el riesgo de una enfermedad cardiovascular, demencia, diabetes, presión arterial alta, obesidad, depresión y otras afecciones médicas.
La nueva investigación, en la conferencia Scientific Sessions de la ÌÇÐÄVlog en Chicago, utilizó información de 13,204 personas que aceptaron proporcionar datos de sus dispositivos portátiles, también conocidos como "trackers", al programa de investigación All of Us de los Institutos Nacionales de la Salud. Estos hallazgos se consideran preliminares hasta que se publiquen los resultados completos en una revista de evaluación de pares.
El participante promedio del estudio tenía 49 años y durmió alrededor de 6.4 horas cada noche. En general, alrededor de un tercio de los participantes durmió un promedio de 7 a 9 horas, que son las horas recomendadas de la AHA para adultos. "Cerca de un 65% del cohorte durmió menos que las siete horas recomendadas cada noche", dijo el investigador principal del estudio Adeep Kulkarni, un analista de datos en la Facultad de Medicina Grossman de la NYU en Nueva York.
Las mujeres y los participantes de entre 18 y 44 años tuvieron un promedio de sueño más alto en comparación con otros sexos y grupos de edad. Sin embargo, aún durmieron un promedio inferior a la cantidad recomendada.
Entre las razas estudiadas, los participantes blancos, que integraban el 81% de los estudiados, generalmente durmieron la mayor cantidad de tiempo, con un promedio de 6.5 horas cada noche. Los participantes de raza negra, que integraban alrededor del 5% del grupo de estudio, durmieron un promedio de 50 minutos menos, solo 5.7 horas cada noche.
El 3% de los participantes que se identificaron como asiáticos durmieron un promedio de 6.3 horas, al igual que las personas de la categoría "otros", integrada por alrededor del 11% del grupo del estudio.
Las personas hispanas conformaron alrededor del 6% de los participantes y durmieron en promedio unas 6.2 horas, en comparación con las 6.5 horas de aquellos que no eran hispanos.
Los datos de los dispositivos portátiles se sincronizaron con los expedientes médicos electrónicos de los participantes. Las personas con presión arterial alta, diabetes y apnea del sueño durmieron en promedio un poco menos que las personas sin estas afecciones.
El investigador sénior del estudio, el Dr. Souptik Barua, profesor auxiliar en la división de medicina de precisión del departamento de medicina de NYU Grossman, dijo que aunque otros estudios han demostrado disparidades en el sueño, el nuevo método brinda perspectivas en una escala no disponible previamente.
"Para los investigadores, se han creado datos previamente a partir de los dispositivos portátiles", dijo Barua, pero los datos del programa All of Us "cambian las reglas del juego".
La mayoría de los estudios del sueño, comentó Barua, dependen de dispositivos que miden las ondas cerebrales. Estos estudios siguen siendo "el estándar de oro", dijo él, pero son inconvenientes. Hay que adherir sensores a la cara y el cuero cabelludo del participante, y los estudios son más confiables cuando se realizan en un laboratorio del sueño.
El trabajo con los trackers no se limita a estos laboratorios, agregó él. Son en "tiempo real" y aún se pueden considerar bastante exactos en comparación con el estándar de oro.
"No se trata de datos notificados por la propia persona ni obtenidos por encuestas", dijo Barua. "Son datos que vienen de un dispositivo. Así que es una medida más objetiva del sueño".
Y aunque por lo menos ha utilizado los dispositivos tipo pulsera para estudiar el sueño, dicho estudio incluyó un periodo mucho más breve.
"La mayoría de los estudios ha analizado el sueño durante un periodo de una semana a varias semanas, quizás durante un mes", dijo Barua. El nuevo trabajo incluyó datos sobre el sueño de más de seis meses por persona, en promedio.
La capacidad del equipo del estudio All of Us para rastrear los patrones de sueño por tanto tiempo fue "impresionante", dijo el Dr. Julio Fernández-Mendoza, profesor de psiquiatría y salud conductual, ciencias de la salud pública y ciencias neurales y conductuales en la Facultad de Medicina de Penn State University, en Hershey, Pensilvania.
Fernández-Mendoza, un psicólogo clínico que dirige el programa de medicina conductual del sueño de Penn State, no estuvo involucrado en la nueva investigación. Dijo que aunque las disparidades en el sueño entre los adultos de raza negra y blanca se han estudiado extensamente con mediciones subjetivas y objetivas, y otros investigadores han demostrado cómo la falta de sueño también juega un papel en las disparidades de la salud cardíaca, el gran número de participantes del nuevo estudio y el uso de dispositivos portátiles disponibles en el mercado hizo que fuera especial.
El nuevo estudio no se diseñó para explorar las causas responsables de las diferencias en el sueño, las cuales son muy variadas, dijo Fernández-Mendoza. Un artículo de 2023 en la revista médica indicó que la situación socioeconómica contribuye a las disparidades en el sueño y que los grupos históricamente excluidos tienden a ser desproporcionalmente afectados. Factores como el racismo y la discriminación, el estrés psicológico, las tensiones financieras, o tener que trabajar un horario irregular y turnos de noche, pueden interferir con el sueño.
Barua reconoció varias limitaciones del nuevo estudio. Todos los involucrados tenían que tener su propio dispositivo portátil de actividad física. "Es una población más joven, más activa y predominantemente blanca y no hispana", dijo él. También es un grupo que tiende a ser más saludable. "Por lo tanto, no representa a la población general en Estados Unidos".
Aunque la mayor parte de los datos rastreados provienen de después de 2013, algunos datos se remontan hasta 2009. La tecnología para rastrear el sueño ha evolucionado con el tiempo, dijo Barua.
Pero también dijo que hay una gran posibilidad de que futuros estudios utilicen estos datos. Hoy en día, dijo él, la iniciativa All of Us ha impulsado un programa para otorgar dispositivos portátiles de actividad en comunidades subrepresentadas. Y dispositivos más nuevos ofrecen maneras para rastrear no solo el sueño sino la calidad del sueño. La cantidad de sueño profundo que recibe una persona se ha asociado con afecciones, como la enfermedad de Alzheimer, dijo Barua.
A medida que más personas usan dispositivos de rastreo, la cantidad de datos disponibles para los investigadores seguirá creciendo, comentó él. Dada la eficacia en los costos para los investigadores de aprovechar esas bases de datos, dijo él, los consejos para la salud basados en dichas pruebas "pueden ser enormemente impulsados".
Aunque su experiencia es en datos y no en tratamientos, Barua dijo que los hallazgos apuntan a la necesidad de las personas de prestar atención a su sueño, debido a que pocos reciben la cantidad recomendada.
Las personas con estos dispositivos portátiles podrían usar los datos para monitorear sus hábitos, mencionó él. "Esa es información que posiblemente puedan usar las personas para hablar sobre ella con sus médicos".